El símbolo de poder
Para que sepáis … la supereminente grandeza de su poder … la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos. Efesios 1:18–20
La resurrección de Jesucristo también nos confirma el poder de Dios. Necesitamos este poder en el presente tanto como necesitamos su perdón respecto al pasado. ¿Tiene el Señor poder para transformar la naturaleza humana, para convertir a la persona cruel en alguien amable y a la persona amarga en alguien dulce? ¿Es capaz de tomar a las personas que están muertas a la realidad espiritual y darles vida en Cristo? ¡Sí, claro que es capaz! Él puede dar vida a quienes están espiritualmente muertos, y puede transformarnos a la semejanza de Cristo.
¿Cómo se sustentan esas afirmaciones? Solo por la resurrección. Pablo ora que los ojos de nuestro corazón sean iluminados para que podamos conocer la ‘grandeza de su poder para con nosotros los que creemos’ (v. 19). ¿Cómo lo sabemos? Además de la iluminación interior por medio del Espíritu Santo, Dios nos ha dado con la resurrección de Cristo una prueba exterior, pública, y objetiva. El poder que está a nuestra disposición hoy es el mismo poder ‘que Dios desplegó en Cristo al resucitarlo triunfante de la muerte’ (v. 20, BLP). La resurrección es la evidencia suprema en la historia del poder creador de Dios.
Siempre corremos el riesgo de trivializar el evangelio, minimizando lo que el Señor es capaz de hacer por nosotros y en nosotros. Hablamos de convertirnos a Cristo como si tan solo se tratara de dar vuelta una página y hacer algunos ajustes superficiales en nuestra vida, que por otro lado continúa siendo una existencia mundana. No. Según el Nuevo Testamento, convertirnos en, y ser cristianos, es un acontecimiento tan radical que no hay palabras que le hagan justicia excepto muerte y resurrección: morir a la vieja vida de egocentrismo, y resucitar a una nueva vida de amor. En pocas palabras, el mismo Dios de poder sobrenatural que levantó a Jesús de la muerte física puede levantarnos de la muerte espiritual. Sabemos que puede darnos nueva vida a nosotros porque lo hizo con Jesús. Nuestra petición ahora es que en todos los aspectos de nuestra vida podamos ‘conocerle [a Cristo], y el poder de su resurrección’ (Filipenses 3:10).
Para continuar leyendo: Efesios 1:15–23
Stott, J. (2013). Toda la Biblia en un año: Reflexiones diarias Desde Génesis hasta Apocalipsis.