17 abr 2020

Los caminantes de Emaús

Entonces ellos contaban las cosas que les habían acontecido en el camino, y cómo le habían reconocido al partir el pan. Lucas 24:35

La caminata a Emaús, una aldea distante a diez o doce kilómetros al noroeste de Jerusalén, es una de las historias más vívidas de Pascua. Tuvo lugar durante la tarde del domingo de resurrección. Uno de los discípulos es identificado como Cleofas; la otra persona bien pudo haber sido su esposa. Mientras caminaban, conversaban acerca de los asombrosos acontecimientos que habían ocurrido recientemente en Jerusalén. Y mientras hablaban, se les sumó el Jesús resucitado.

Observe lo que dice Lucas acerca de sus ojos. Según el versículo 16, les estaban velados para reconocerlo; según el versículo 31, sus ojos fueron abiertos y lo reconocieron. La pregunta es: ¿qué ocurrió que produjo esa diferencia? ¿Cómo pueden nuestros ojos ser tan abiertos como lo fueron los de ellos?

En primer lugar, podemos conocer a Cristo por medio de las Escrituras. Jesús les reprochó que fueran tan lentos para creer a los profetas, y entonces los llevó a través de las tres principales secciones del Antiguo Testamento: la Ley, los Profetas y los Salmos (v. 44), explicándoles de qué manera enseñaban acerca de los sufrimientos y la gloria del Mesías. Como Jesús había dicho antes a sus discípulos: ‘las Escrituras … dan testimonio de mí’ (Juan 5:39). Tenemos que buscar a Cristo en toda la Biblia. Y al hacerlo, nuestro corazón arderá en nuestro interior.


En segundo lugar, podemos conocer a Cristo en el partimiento del pan. Los discípulos de Emaús quizás vieron las heridas de sus manos o reconocieron su voz. Pero es más probable que las cuatro acciones relatadas por Lucas hayan pulsado una cuerda en la memoria de aquellos discípulos: que tomó el pan, dio gracias, lo partió y se los dio. Fue entonces que se abrieron sus ojos y lo reconocieron. Como dijeron más tarde: ‘habían reconocido a Jesús cuando partía el pan’ (Lucas 24:35, BLP). Muchos cristianos han dado testimonio de una experiencia similar. Uno de estos ejemplos es la madre de Juan Wesley, Susana. Cuando se le dijeron las palabras de administración de la comunión en una ocasión, ella confesó luego: ‘Las palabras atravesaron mi corazón y supe que por el favor de Cristo Dios había perdonado todos mis pecados’. 

Aquí están, entonces, las dos principales maneras por las que Cleofas y su acompañante reconocieron al Señor resucitado, y por las cuales nosotros podemos reconocerlo hoy: por medio de las Escrituras y el partimiento del pan, por medio de la Palabra y del sacramento.

Para continuar leyendo: Lucas 24:13–35

Stott, J. (2013). Toda la Biblia en un año: Reflexiones diarias Desde Génesis hasta Apocalipsis