Pablo se ocupa especialmente de nuestra relación con los débiles (14:1–15:13). No son débiles en la voluntad o en el carácter sino en la fe o en las convicciones. No imaginemos un cristiano fácilmente vencido por las tentaciones, sino un cristiano sensible, indeciso y lleno de escrúpulos. No le falta control de sí mismo sino libertad de conciencia. Seguramente los débiles en Roma eran en su mayoría cristianos de origen judío, que todavía se consideraban obligados a seguir las leyes sobre alimentos, festividades y ayunos del calendario judío. Pablo era de los fuertes: su conciencia ya formada entendía que los alimentos y los días son cuestiones de importancia secundaria. A la vez, se negaba a ignorar la conciencia sensible de los débiles. Su exhortación a la Iglesia es que deben aceptar a los débiles, como Dios lo hizo (14:1, 3), y aceptarse unos a otros como Cristo lo hizo (15:7). Los fuertes no deben despreciar ni condenar a los débiles, ni hacerles daño persuadiéndolos a actuar en contra de su conciencia.
Lo más notable de las instrucciones del apóstol es que las fundamenta en su cristología, en particular la muerte, la resurrección y la segunda venida de Jesús. Los débiles son hermanos y hermanas por quienes Cristo murió. Él resucitó para ser Señor de ellos, y no tenemos ningún derecho a interferir. Y vendrá como nuestro Juez, de modo que no debemos jugar a ser jueces. Debemos seguir el ejemplo de Cristo, quien no se agradó a sí mismo sino que se hizo siervo: siervo tanto de judíos como de gentiles. Pablo deja a sus lectores con una hermosa visión de los débiles y los fuertes, los judíos y los gentiles convertidos, unidos entre sí por tal espíritu de unidad que ‘todos juntos y a una sola voz’ pueden glorificar juntos a Dios (v. 6, BLP).
Romanos tuvo una enorme influencia en la Iglesia, especialmente en la época de la Reforma. Lutero la consideró como ‘la parte central del Nuevo Testamento, y el evangelio más puro’. Calvino dijo que al entenderla ‘se nos abre una puerta hacia los tesoros más profundos de las Escrituras’. Y William Tyndale, el padre de la Biblia en inglés, la describió como ‘la principal y más excelente sección del Nuevo Testamento, y una luz y un camino hacia toda la Escritura’. El capítulo 1 contiene el compromiso de Pablo con el evangelio: ‘Estoy en deuda con todos … mi gran anhelo de predicarles … no me avergüenzo del evangelio’ (vv. 14–16, NVI). ¡Que tengamos ese mismo entusiasmo!
Para continuar leyendo: Romanos 15:1–13
Stott, J. (2013). Toda la Biblia en un año: Reflexiones diarias Desde Génesis hasta Apocalipsis