Pablo hace ahora una elocuente apelación a sus lectores. Pone como fundamento las misericordias de Dios que ha estado exponiendo, y nos llama tanto a la consagración de nuestro cuerpo como a la renovación de nuestra mente. Pone por delante de nosotros la severa alternativa que siempre ha confrontado a los que pertenecen al Señor en cualquier lugar, es decir, la elección entre conformarse al molde de este mundo o ser transformados por la renovación de su mente para que puedan discernir la ‘buena voluntad de Dios, agradable y perfecta’ (v. 2). La opción es entre el estilo del mundo y la voluntad de Dios.
Es importante mantener juntos los dos textos que se refieren a la ira de Dios. Según Romanos 12:19, no debemos tomar venganza sino ‘[dejar] lugar a la ira de Dios’. Y según Romanos 13:4, el magistrado ‘es servidor de Dios … vengador para castigar al que hace lo malo’. Como individuos debemos amar y hacer bien a nuestros enemigos. No estamos autorizados a tomar la ley en nuestras manos y castigar al ofensor. El castigo del mal es prerrogativa del Señor, y durante la era presente ejerce esa autoridad a través de las cortes de justicia.
Para continuar leyendo: Romanos 12:14–13:5