7 sept 2020

LA SEXUALIDAD HUMANA - De la creación a Cristo

La sexualidad humana

Y creó Dios al hombre a su imagen … varón y hembra los creó. Génesis 1:27

Una hermosa verdad, afirmada con claridad desde el primer capítulo de la Biblia en adelante, es que la heterosexualidad forma parte del propósito de Dios en la creación, y que varones y mujeres tienen la misma dignidad y valor ante Dios su Creador. Ambos fueron creados a su imagen (v. 27), ambos fueron bendecidos y recibieron el mandato de ser fructíferos, sojuzgar la tierra y ocuparse de las criaturas que la habitaban (v. 28). Así, varones y mujeres son igualmente portadores de la imagen divina y comparten por igual la mayordomía terrenal. Nada de lo que se diga después (por ejemplo, en Génesis 2) debe socavar, ni mucho menos contradecir la esencial igualdad de género. La cultura no puede destruir lo que fue establecido en la creación. Es cierto que igualdad no significa que sean idénticos. Si bien los géneros masculino y femenino son iguales, también son diferentes; la igualdad es plenamente compatible con la complementariedad.


Y debemos decir algo más: Si bien nuestra desobediencia y la caída perturban la relación entre los dos sexos, la intención de Dios es, por medio del evangelio, restablecer y aun profundizar la relación entre ambos. Por eso Pablo podía escribir a los gálatas que ‘no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús’ (Gálatas 3:28). Esto no significa que las diferencias étnicas, sociales y sexuales sean erradicadas por Cristo. Los varones siguen siendo varones, las mujeres siguen siendo mujeres. Pero en Cristo, cuando estamos personalmente relacionados con él, nuestras características distintivas de género no conforman en absoluto una barrera para la comunión con Dios ni entre nosotros. Porque delante de él somos iguales, igualmente justificados por la fe, igualmente habitados por el Espíritu Santo.

Hombres y mujeres de la comunidad cristiana deben honrarse y valorarse unos a otros más de lo que se practica en la sociedad no cristiana. Nosotros podemos reconocer el estatus que tenemos. Somos iguales por creación, y aun más iguales (¡si pudiera hablarse de grados de igualdad!) en la redención.

Para continuar leyendo: Génesis 2:18–25

Stott, J. (2013). Toda la Biblia en un año: Reflexiones diarias Desde Génesis hasta Apocalipsis