23 nov 2020

EL CANTO DE LA VIÑA - El profeta Isaías

Esperaba que diese uvas, y dio uvas silvestres.
Isaías 5:2

Desde el comienzo de sus escritos, Isaías convoca a cielo y tierra a escuchar sus palabras. Es consciente de que la revelación que Dios le ha dado tiene dimensión cósmica, y en el capítulo final su visión se amplía para abarcar ‘los cielos nuevos y la nueva tierra’ que Dios creará un día (66:22). Su mensaje profético combina tanto juicio como consuelo.

Utilizando como recurso literario un canto de amor, Isaías se refiere con audacia a Jehová como su amado y al pueblo de Israel como su viña. Jehová había plantado una viña en una ladera fértil, había quitado de allí las piedras, había construido una torre de vigilancia, y tenía preparado el lagar. Es decir, había hecho absolutamente todo lo necesario para asegurar una cosecha maravillosa. Pero en lugar de uvas dulces, su viña solo le dio uvas silvestres. Entonces ahora Jehová pronuncia juicio sobre su pueblo. ‘Destruirá su viña’, dice.

Ciertamente la viña de Jehová de los ejércitos
es la casa de Israel,
y los hombres de Judá
planta deliciosa suya.
Esperaba juicio, y he aquí vileza;
justicia, y he aquí clamor 
(v. 7)

La mala cosecha se interpreta ahora como seis ‘desgracias’: la apropiación ilegítima de la tierra (v. 8), el consumo excesivo de alcohol (vv. 11–12), un desvergonzado desafío a Dios (vv. 18–19), una reversión perversa de las categorías morales (v. 20), engreimiento (v. 21), corrupción y negación de los derechos humanos (vv. 22–23). Estos pecados sociales caracterizaban a la segunda mitad del siglo VIII a. C., cuando el rey Uzías de Judá condujo a la nación a la cumbre de su prosperidad y de su lujo. Fue en esas diversas expresiones que los habitantes ‘abominaron la palabra del Santo de Israel’ (v. 24). Por eso se encendió contra ellos la ira de Jehová, y les advirtió de una inminente invasión desde el norte, sin duda el ejército asirio (vv. 26–30).

Con frecuencia me he preguntado si Jesús tenía en mente el cántico de la viña cuando desarrolló su alegoría sobre la vid, en Juan 15. Sin duda las dos metáforas implican la misma expectativa de fruto, como también escribió más tarde Pablo refiriéndose al fruto del Espíritu.

Para continuar leyendo: Juan 15:1–11

Stott, J. (2013). Toda la Biblia en un año: Reflexiones diarias Desde Génesis hasta Apocalipsis