Después les dijo a todos: –Si alguno quiere ser discípulo mío, olvídese de sí mismo, cargue con su cruz cada día y sígame. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá;
pero el que pierda la vida por causa mía, la salvará. — Lucas 9.23–24
¿Olvidarnos de nosotros mismos? ¿Cargar una cruz? ¿Perder la vida? Al parecer, estas son tres invitaciones inadmisibles si las vemos dentro de la actual lógica del éxito personal y de la excelencia competitiva. Se nos enseñó a ser los primeros y a nunca ceder a ese antojo.
Pero, aquí está Jesús nuevamente, con sus contradicciones incómodas; esta vez para hacernos pensar que la vida se puede vivir de otra manera; que se puede ganar sin ser el primero, que se puede ser feliz asumiendo compromisos costosos y que se vive mejor cuando se entrega la vida.
Se rebaja mucho el mensaje de Jesús cuando se lo convierte en un anexo de las técnicas de autoayuda y de las vanidosas escuelas del éxito. Sobre todo, se pierde la esencia de su mensaje cuando se desechan sus enseñanzas paradójicas para que seamos, como se dice hoy, ganadores.
Su mensaje sigue intacto y nos enseña que la vida plena es una gracia que viene de Dios y que se profundiza cuando se vive de manera sencilla, sirviendo a los que nos necesitan y entregando la vida por las causas que nunca mueren. ¡Hay que ver la alegría de los que sirven! ¡Hay que ver la frustración y la amargura de los egoístas!
El modelo supremo de realización humana plena es Jesús (Efesios 4:13). Su secreto sigue siendo el mismo que nos enseñó en el Evangelio: dar para ganar, perder para triunfar, comprometerse para ser libre, morir para vivir.
Para seguir pensando
“El verdadero medio de ganar mucho consiste en no querer nunca ganar demasiado”.
— François Fenelón (1651–1715)
Vale que nos preguntemos
¿Hay algo en mi vida a lo que deba renunciar para ser más libre y crecer como ser humano pleno?
Oración
Jesús, amigo nuestro, ya sabes cuánto me cuesta renunciar a mis deseos o entregar lo que considero que es sólo mío. Hoy te pido que me ayudes a crecer en solidaridad, entrega y desprendimiento. Lo que busco, Señor, es la plenitud de la vida y no solamente el éxito. Amén.
- Segura, Harold. En el Camino con Jesús