Entonces Leví se levantó, y dejándolo todo siguió a Jesús. Más tarde, Leví hizo en su casa una gran fiesta
en honor de Jesús; y muchos de los que cobraban impuestos para Roma, junto con otras personas,
estaban sentados con ellos a la mesa. — Lucas 5.28–29
En el centro de nuestra fe, está el seguimiento a Jesús. Creer en Jesús es seguirlo como discípulo o discípula; escuchamos su voz y fuimos cautivados por su amor.
Cuando Leví recibió la invitación de Jesús para que lo siguiera, se levantó, sin demora, y fue tras él. La escena es emocionante. Éste era un publicano despreciado del que poco o nada se podía esperar en asuntos de fe.
Leví lo dejó todo por Jesús. Sólo conservó, aunque no se sabe por cuánto tiempo, a sus amigos, los tramposos publicanos. Y con esos amigos hizo la primera celebración de su nueva vida. ¡No podemos imaginar aquella fiesta! Lo único seguro es que fue una fiesta a la manera de los publicanos.
Es necesario pensar en cómo expresamos cada día nuestro compromiso con Jesús. De esta revisión de vida depende la calidad de nuestra fe y la radicalidad del evangelio que anunciamos. Sin radicalidad, el discipulado pierde su verdadero sentido y se diluye en un mar de trivialidades dogmáticas. Se pierde el sabor de la fiesta en honor a Jesús y la fe se trasforma en religión estéril.
Para seguir pensando
“Porque nadie puede decir que conoce a Cristo, a menos que en la vida lo siga”.
— Hans Denck (teólogo menonita, 1495–1527)
Vale que nos preguntemos
En las siguientes semanas, ¿qué cosas podría hacer en honor a Jesús? ¿De qué manera puedo alentar en mi propia vida la profundidad de mi compromiso con Jesús y con su reino de vida?
Oración
Señor, me has invitado a seguirte y yo te he dicho que sí. Necesito que, por el aliento de tu Espíritu, reanimes cada día mi compromiso contigo y la pasión por tu reino. Quiero hacer de mi vida una permanente fiesta en tu honor. Amén.
Segura, Harold. En el Camino con Jesús