Finalmente el diablo lo llevó a un cerro muy alto,
y mostrándole todos los países del mundo
y la grandeza de ellos, le dijo:
–Yo te daré todo esto, si te arrodillas y me adoras.
Jesús le contestó: –Vete, Satanás, porque la Escritura dice:
«Adora al Señor tu Dios, y sírvele solo a él». — Mateo 4.8–10
Las tentaciones de Jesús se presentaron después de su bautismo y antes del anuncio de su ministerio en la sencilla sinagoga de Nazaret. Viéndolo así, se podría decir que muchas veces las tentaciones nos ofrecen la oportunidad de confirmar nuestra entrega y de afirmar nuestro llamamiento.
Pero, un momento, ¿de qué tentaciones estamos hablando? Porque casi siempre que decimos la palabra tentación, la interpretamos como si significara de manera exclusiva pecado sexual o escándalo moralista.
Pero las tentaciones tienen que ver con algo más, con mucho más, que con las conductas sexuales. En el caso de Jesús, el Tentador le propuso asuntos relacionados con el individualismo egoísta, con las ansias de resolver los problemas de manera espectacular y con el abuso del poder.
En nuestro mundo, dentro y fuera de los círculos cristianos, el egoísmo, la manipulación del nombre de Dios y el abuso del poder siguen ocasionando grandes desastres. ¡Esas son las grandes tentaciones!
En el monte de la tentación se representa la condición de todo ser humano enfrentado a su vulnerabilidad moral. Pero también allí se demuestra la grandeza de la que todo ser humano es capaz: la de vencer el mal con el bien (Romanos 12.21), la de apelar a las Escrituras para cobrar aliento y afirmar su compromiso con Dios y con su reino. Es el antiguo dilema de escoger entre la vida y la muerte. Jesús nos recuerda que la opción por la vida es, además de urgente, posible.
Para seguir pensando
“Se me ha advertido de serias amenazas… temo por la debilidad de mi carne, pero pido al Señor que me dé serenidad y perseverancia. Y también humildad, porque siento también la tentación de la vanidad”.
—Monseñor Oscar A. Romero (1917–1980)
Vale que nos preguntemos
¿De qué manera y en qué forma se presenta en mi vida la tentación del orgullo, la vanidad y el abuso del poder? ¿Cómo las enfrento?
Segura, Harold. En el Camino con Jesús