Entonces los justos preguntarán:
«Señor, ¿cuándo te vimos con hambre, y te dimos de comer? ¿O cuándo te vimos con sed, y te dimos de beber?
¿O cuándo te vimos como forastero, y te dimos alojamiento,
o sin ropa, y te la dimos? ¿O cuándo te vimos enfermo
o en la cárcel, y fuimos a verte?» — Mateo 25.37–39
Las personas que hacen estas preguntas son los justos. ¿Lo observaron? Sí, fueron ellos los que atendieron a los hambrientos, recibieron a los forasteros, les dieron ropa a los andrajosos y fueron a las cárceles para visitar a los que estaban presos. Todo eso lo hicieron sin darse cuenta de que en cada persona necesitada se habían encontrado con Jesús. ¡Cuando lo supieron se sorprendieron!
Las preguntas son hechas por el grupo de los solidarios, los generosos y filántropos. Sirvieron a la humanidad sin percatarse de que habían servido a Jesús, quien está presente en el rostro de las personas que sufren. Verdad profunda que amerita más que una breve meditación.
El otro grupo que se presenta más adelante hace las mismas preguntas (25.44–45), pero las hace como una excusa endeble por su falta de solidaridad.
Los primeros recibieron en propiedad el reino que estaba preparado para ellos y se les invitó a vivir cerca del Señor (Venid, benditos de mi Padre), a los otros se les negó esa presencia (Apartaos de mí). A los primeros se les dio como recompensa la presencia de Dios… de la que ya habían disfrutado mientras servían, aunque sin ser conscientes de ella.
Surge la pregunta, entonces, acerca de dónde podemos experimentar hoy la presencia de Dios en este mundo. Hay quienes piensan que está en el templo; allí acuden para encontrarse con Él. También hay quienes opinan que se encarna en personas especiales que han recibido dones extraordinarios; por eso van tras ellos. Otros prefieren creer que Dios se hace presente en los ritos, en los objetos misteriosos o en ciertos lugares privilegiados. Pero, no, Él se encuentra más cerca. Está allí no más; en la habitación del hospital. Se encuentra enfermo y espera nuestra visita.
Para seguir pensando
“El sentido más hondo del compromiso con el pobre es el encuentro con Cristo”.
— Gustavo Gutiérrez M. (teólogo peruano)
Vale que nos preguntemos
¿Qué planes podría hacer en estos días siguientes para visitar a una persona enferma, o a una que está en la cárcel, o para dar una ayuda económica a una persona que lo necesite?
Oración
Padre nuestro que estás en los cielos, te encuentras lejos, en la inmensidad del Universo, pero también cerca, muy cerca, en la calidez de nuestras relaciones con nuestros semejantes, sobre todo entre los que sufren y padecen las miserias de este mundo. Dame, Señor, la sencillez para encontrarte cada día, aquí cerca, donde tú estás. Amén.