Pasó algún tiempo, y Jesús seguía recorriendo Galilea. Evitaba andar por Judea, porque los judíos
buscaban una ocasión para matarlo. — Juan 7.1 (La Palabra, Sociedad Bíblica de España, 2010)
La predicación y el ministerio de Jesús se realizaron en permanente tensión entre la vida y la muerte. Conoció la persecución, la contradicción y fue experto en correr riesgos. No buscó el martirio (evitaba andar por Judea), pero tampoco esquivó el compromiso de morir cumpliendo la voluntad del Padre (Mateo 26.42). Sabía que la predicación del reino de la vida implicaba afrontar las fuerzas perversas del reino de la muerte.
En una ocasión, Jesús les dijo a sus discípulos que había un riesgo mayor que caer en manos de los enemigos; era el riesgo de no tener enemigos y de ser aplaudido por todos: Ay de vosotros cuando todo el mundo os alabe […] (Lucas 6.26).
Los cristianos de los primeros siglos también supieron lo que significaba profesar la fe en medio de violentas persecuciones; también los albigenses y los valdenses en los siglos xii y xiii, los anabautistas en el siglo xvi, y los cristianos y las cristianas de España durante la Guerra Civil Española en el siglo xx, entre otros muchos casos más.
Según algunas estadísticas, en el siglo xx murieron 45 millones de cristianos y cristianas por motivos religiosos. Más de 160 000 murieron en el año 2001 por razones relacionadas con su fe. La intolerancia religiosa sigue cobrando con la vida la osadía de creer y de vivir con radicalidad los principios del reino de Dios.
Por quienes sufrieron persecución en el pasado, nuestro respeto reverente; por quienes están expuestos a ella en el presente, nuestra oración solidaria. Por todos los que profesamos la fe de Jesús, valor, para no caer en el peor de los riesgos: el de no correr riesgos.
Para seguir pensando
“Hay un límite imperceptible entre prudencia y cobardía… Llamamos prudencia a la seguridad y a la flojera. Llamamos prudencia al no comprometerse, al no arriesgar nada personal”.
— Luis Espinal (sacerdote español asesinado en Bolivia en 1980)
Vale que nos preguntemos
¿Qué puedo hacer para promover en mi país y en mi comunidad la libertad religiosa establecida en el artículo 18 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos? ¿De qué manera puedo dar testimonio de respeto por las personas que no comparten mi fe ni mis creencias?
Oración
Señor, la paz que tú me has dado se vive en medio de los conflictos de este mundo. Dame valor para vivir la fe con firmeza y para dar testimonio del reino, aunque eso incomode y moleste a otros. Amén.
Segura, Harold. En el Camino con Jesús