16 mar 2021

Mejor sería no estudiarlas / CUARESMA - día 28

Estudiáis las Escrituras pensando que contienen vida eterna; pues bien, precisamente las Escrituras dan testimonio a mi favor. A pesar de ello, vosotros no queréis aceptarme para obtener esa vida. 
— Juan 5.39–40 (La Palabra, Sociedad Bíblica de España, 2010)

El estudio de las Escrituras sagradas es práctica asidua de todo fiel creyente judío. En la época de Jesús, aprendían a leerla desde muy temprana edad, memorizaban muchos de sus textos y los repetían en la sinagoga, en el Templo y en las casas. También había expertos que las explicaban con maestría y dilucidaban sus secretos. 

Pero, bien sabemos, que leer y estudiar las Escrituras no es, de por sí, suficiente prueba de la integridad espiritual de una persona. Se pueden estudiar y hasta reverenciar con una variedad inmensa de propósitos que no siempre se ajustan a la voluntad de su Autor: hay quienes la leen para condenar a otros, quienes la estudian para confirmar sus prejuicios, quienes la interpretan a su manera para promover violencia, manipular al débil o justificar la exclusión. Contra estos habló Jesús en repetidas ocasiones. 

Cuando el estudio de las Escrituras no sirve más que para avivar los fuegos de la discriminación y del fanatismo, mejor sería no estudiarlas. Tanta hipocresía olvida que lo más importante de la ley escrita es la justicia, la misericordia y la fe (Mateo 23.23). 

Para la fe cristiana, la Biblia es la palabra autorizada de Dios dirigida a los seres humanos; como tal, exige una escucha obediente y fiel. Pero es, también, palabra humana del pueblo que ha caminado con el Señor y da testimonio de ese peregrinaje de fe, sufrimiento y alegría. Es la memoria escrita de la manera como ese pueblo, descubrió en su propia historia la presencia de Dios y de su Palabra. 

Jesús está en el centro de las Escrituras cristianas: … las Escrituras dan testimonio a mi favor; Él es la clave para su correcta interpretación y, la vida que nos ofrece, es nuestro principal incentivo para que la leamos; porque como dice el Salmo: Tu palabra es antorcha de mis pasos, es luz en mi sendero (Salmo 119.105). 

Para seguir pensando 
“La Biblia, pues, nos proporciona una identidad alternativa, una manera alternativa de entendernos a nosotros mismos, un modo alternativo de relacionarnos con el mundo; nos reta a repensarnos […]”. 
— Walter Brueggemann (profesor de Antiguo Testamento y escritor) 

Vale que nos preguntemos
¿Cuáles son mis principales motivos y objetivos cuando leo o estudio las Escrituras? ¿Cómo puedo preparar mejor mi corazón para que la lectura de la Biblia produzca, por el Espíritu, su obra transformadora en mí? 

Oración
Tú, Señor, eres el camino, la verdad y la vida. Quiero conocerte mejor, amar tu verdad y recorrer tus caminos. Enséñame, por medio de tu Palabra, a hacer tu voluntad y dar testimonio de ella. Amén. 

Segura, Harold. En el Camino con Jesús