12 abr 2020

La importancia de la resurrección

Nuestra esperanza viva

Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos. 1 Pedro 1:3

La esperanza cristiana enfoca no solo nuestro futuro individual (la resurrección del cuerpo) sino también nuestro futuro cósmico (la renovación del universo). Esta promesa es tanto más relevante hoy a la vista del calentamiento global y de la amenaza del desastre ambiental. En general, los cristianos tenemos la tendencia a pensar y hablar demasiado sobre un cielo etéreo, y muy poco sobre el nuevo cielo y la nueva Tierra. Sin embargo la Escritura está atravesada por esa expectativa más amplia y material. La Biblia comienza con la creación del universo y termina en sus últimos capítulos con la creación de un nuevo universo. Y entre uno y otro, la perspectiva está cubierta por el Alfa y el Omega, el Principio y el Fin.

La primera revelación explícita es la Palabra de Dios en Isaías 65: ‘he aquí que yo crearé nuevos cielos y nueva tierra’ (v. 17). Después Jesús se refirió a la palingenesia, literalmente ‘la regeneración’, que blp traduce como ‘la renovación de todas las cosas’ (Mateo 19:28). En el resto del Nuevo Testamento los tres principales escritores (Pablo, Pedro, y Juan) se refieren al mismo tema. Pablo dice que la creación entera será un día liberada de su esclavitud al sufrimiento y al deterioro (Romanos 8:18–25). Pedro profetiza que los cielos actuales serán remplazados por un nuevo cielo y una nueva Tierra, donde habitarán la justicia y la paz (2 Pedro 3:7–13).

Finalmente Juan escribe que tuvo la visión de ese remplazo, junto con la Nueva Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios (Apocalipsis 21:1–2). Y en el mismo capítulo Juan escribe que los reyes de la Tierra y de las naciones traerán su gloria a la ciudad, aunque ‘No entrará en ella ninguna cosa inmunda’ (Apocalipsis 21:27). Debemos ser cautelosos al interpretar esos versículos, pero parecen significar que la cultura humana no será destruida por completo sino que, una vez purgada de cualquier brizna de mal, será preservada en la hermosa y nueva Jerusalén.

Para resumir, así como en la resurrección del cuerpo, también en la renovación del universo no todo lo viejo será destruido sino transformado. Esa es nuestra esperanza viva por medio de la resurrección de Jesucristo (1 Pedro 1:3).

Para continuar leyendo: Romanos 8:18–25

Stott, Jon R. Toda la Biblia en un año