El veredicto revertido
El Dios de nuestros padres levantó a Jesús, a quien vosotros matasteis colgándole en un madero. A éste, Dios ha exaltado con su diestra por Príncipe y Salvador … Y nosotros somos testigos suyos de estas cosas. Hechos 5:30–32
Si la resurrección ocurrió hace unos dos mil años, ¿cómo puede algo tan remoto tener alguna importancia para nosotros hoy? ¿Por qué celebran tanto los cristianos aquel suceso? Es que la resurrección habla a nuestras necesidades de una manera que ningún suceso remoto lo hace ni podría hacerlo. Es el principal respaldo de la certeza cristiana en cuanto al pasado, el presente y el futuro.
Es difícil captar la profunda desilusión que vivieron los discípulos cuando su Señor fue crucificado. Estaban convencidos de que él era el Mesías largamente esperado por la nación; pero desde su arresto las cosas habían ido de mal en peor, y la fe en él fue rápidamente deteriorándose. Los líderes judíos sometieron a Jesús a un juicio ante Pilato, quien al final se sometió a la voluntad del pueblo. Jesús fue condenado a la humillación y al sufrimiento de la crucifixión.
Una tras otra, las cortes judiciales lo condenaron y no se concedió aplazamiento alguno de último momento. Al final su cuerpo sin vida fue retirado de la cruz y cargado hasta la sepultura de José para ser dejado allí. Hicieron rodar una enorme piedra sobre la entrada de la tumba, la sellaron, y Pilato comisionó una guardia, como dijo, para darle la máxima seguridad que fuera posible (Mateo 27:65). Eso fue todo: un hombre muerto y sepultado, una tumba sellada y custodiada, las mujeres llorosas observando desde donde habían podido acercarse, y los sueños destruidos. Como dijeron los discípulos de Emaús: ‘nosotros esperábamos que él era el que había de redimir a Israel’ (Lucas 24:21).
La muerte había puesto a Jesús fuera del alcance de la ayuda humana. Ahora solo un milagro podía remediar la situación. Solo una resurrección. Y Dios lo hizo. En sus primeros sermones los apóstoles presentaban el mismo esquema: en el primer sermón cristiano que se haya predicado (Hechos 2), en el segundo (Hechos 3), en el tercero (Hechos 4), en el de Pedro en casa de Cornelio (Hechos 10), y en el de Pablo en Antioquía de Pisidia (Hechos 13): ‘pidieron … que se le matase…. Mas Dios le levantó de los muertos…. ahora son sus testigos’ (vv. 28,30–31). Estas palabras expresan el significado esencial de la resurrección: al resucitar a Jesús, Dios decididamente revirtió el veredicto de los seres humanos, y lo confirmó como el verdadero Hijo de Dios y nuestro Salvador.
Para continuar leyendo: Hechos 2:22–36
Stott, Jon R. Toda la Biblia en un año