21 abr 2020

Las apariciones posteriores a la resurrección

El dubitativo Tomás

Bienaventurados los que no vieron, y creyeron. Juan 20:29 

Poco después de la publicación de su controversial libro Los versos satánicos, Salman Rushdie dijo en una entrevista: ‘Me parece que la duda es la condición principal del ser humano en el siglo XX’. El santo patrono de esta era de la duda es el apóstol Tomás. ‘El dubitativo Tomás’ es el nombre que le damos afectuosamente, identificándonos con él. Considere su peregrinaje:

1. Tomás ausente. En el día de resurrección, por alguna razón esa tarde Tomás estaba ausente y por ese motivo perdió la bendición de ver al Señor resucitado. Ser un asistente inconstante en la iglesia es un riesgo calculado. Al siguiente domingo Tomás estaba en su lugar, ¡y pudo recibir la bendición que había perdido recibir el domingo anterior!

2. Tomás escéptico. Cuando los demás discípulos le contaron a Tomás que habían visto al Señor, él podría haberles creído. Es más, Jesús se lo reprochó y a la vez bendijo a aquellos que creen aun sin haber visto. Hay dos maneras esenciales por las que llegamos a creer en algo. La primera es nuestra investigación empírica; la segunda es aceptar el testimonio de un testigo confiable. De modo que cuando los otros dijeron ‘Al Señor hemos visto’ (v. 25), Tomás debería haberles creído, ya que sabía que eran testigos honestos y sobrios. De la misma manera, si todos siguieran insistiendo hoy en ver y tocar al Señor resucitado, no habría creyentes. En cambio, millones de personas han llegado a la fe por el testimonio de aquellos que sí vieron y tocaron. La razonabilidad de la fe depende de la credibilidad de los testigos.


3. Tomás Creyente. Tomás no solo creyó sino que adoró, exclamando: ‘¡Señor mío, y Dios mío!’ (v. 28). La tradición dice que después fue como misionero a Partos, Persia y la India. Los cristianos de este país nos dicen que plantó la iglesia en Kerala y que sufrió el martirio en Madrás.

El fundamento de la fe cristiana sigue siendo la palabra de los apóstoles como testigos presenciales. Hoy creemos en Cristo no porque lo hayamos visto nosotros sino porque ellos lo vieron. Por eso es de vital importancia el Nuevo Testamento, que contiene el testimonio de los apóstoles. Ellos nos dicen por escrito lo que antes le habían dicho a Tomás: ‘Al Señor hemos visto’. 

Para continuar leyendo: Juan 20:24–29ç

Stott, J. (2013). Toda la Biblia en un año: Reflexiones diarias Desde Génesis hasta Apocalipsis