29 oct 2020

EL DESAFÍO AL FARAÓN - Moisés y el Éxodo

El desafío al Faraón

Y sabrán los egipcios que yo soy Jehová, cuando extienda mi mano sobre Egipto, y saque a los hijos de Israel de en medio de ellos. Éxodo 7:5


Moisés y Aarón se presentaron con valor ante faraón, y en el nombre de Jehová le reclamaron que liberara a los esclavos israelitas. Ya habían sido advertidos de que el faraón se negaría a humillarse ante ellos. La narración a veces atribuye la génesis de esa obstinación a Dios mismo (por ejemplo, ‘yo endureceré el corazón de Faraón’ [v. 3]) y a veces al propio faraón (por ejemplo, ‘endureció su corazón y no los escuchó’ [8:15]). No necesitamos elegir entre estas opciones, porque Dios endurece el corazón de aquellos que deciden endurecerse.


Moisés había llevado consigo su vara, y cada vez que la extendía caía sobre la población egipcia un nuevo acto de juicio. Se sucedieron así, lo que conocemos como las diez plagas. Las aguas del Nilo se convirtieron en sangre y las ranas cubrieron la tierra. Luego vinieron las plagas de los mosquitos y de las moscas, seguidas por una plaga que enfermó al ganado y llagas que afectaron tanto a los seres humanos como a los animales. Un granizo destruyó las cosechas y arruinó los árboles, una enorme plaga de langostas consumió lo que el granizo hubiera dejado en pie, y una extraña oscuridad cubrió la tierra. Como terrible culminación, murieron los primogénitos de animales y de seres humanos.

Piense en la naturaleza y en el propósito de estas plagas. No todas fueron sobrenaturales. Por ejemplo, la plaga de las langostas era un fenómeno natural corriente. El factor milagroso es el momento en que ocurrieron, que un viento del este las hizo llegar en el momento exacto en que Moisés levantó su vara. 

¿Cuál era el propósito de las plagas? Por una parte, ejercer juicio sobre los recalcitrantes egipcios y, por otra, persuadir al faraón de que liberara a los israelitas; pero por sobre todo, Dios dijo que su propósito era ‘que entiendas que no hay otro como yo en toda la tierra’ (9:14). A lo largo de estos capítulos, el estribillo que se oye una y otra vez son estas sencillas palabras: ‘para que sepáis que yo soy Jehová’. No podríamos tener una ambición más elevada que esta.

Para continuar leyendo: Éxodo 7:1–7

Stott, J. (2013). Toda la Biblia en un año: Reflexiones diarias Desde Génesis hasta Apocalipsis