16 oct 2020

LA PRUEBA DE LA FE DE ABRAHAM - Los patriarcas

La prueba de fe de Abraham

Aconteció después de estas cosas, que probó Dios a Abraham. Génesis 22:1

Una característica grata del realismo de la Biblia es que no esconde las faltas y las fallas de los grandes hombres y mujeres. Abraham es un ejemplo de esto. En un asombroso acto de fe había dejado a su hogar y a su familia ‘sin saber a dónde iba’ (Hebreos 11:8). Pero luego, debido a la hambruna, buscó refugio en Egipto, y le pidió a Sara (porque era una mujer muy hermosa) que le dijera a la gente que era su hermana, no su esposa. Esta fue una conducta despreciable, porque ponía en riesgo la seguridad de su mujer para garantizar la de él. En la raíz de este gesto había incredulidad (Génesis 12:10–20).

Después de reconocer el deslumbrante contraste entre la fe y la duda, es natural que nos preguntemos de qué manera respondería Abraham ante la prueba máxima de su fe, cuando Dios le dio instrucciones para que sacrificara a Isaac como una ofrenda quemada. Podemos estar seguros de que el primer propósito de esta orden terrible era enseñarle a Abraham que Jehová no requería sacrificios humanos, ya que era una de las principales abominaciones practicadas por el pueblo de Canaán (el cual posteriormente, debido a estas prácticas, fue destruido).

Pero la historia tiene también un significado más profundo. En tres ocasiones se menciona de manera conmovedora a Isaac como ‘tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas’ (22:2). Esto lo identifica no solamente como un precioso hijo único sino como el único del cual Dios había dicho ‘porque en Isaac te será llamada descendencia’ (21:12). Abraham y Sara habían esperado durante años el nacimiento del hijo de la promesa. ¿Lo protegerían ahora de la muerte?

Abraham se aferró a la confirmación de Dios de que sus promesas serían cumplidas mediante la descendencia de Isaac. Las Escrituras nos dicen que Abraham pensaba ‘que Dios es poderoso para levantar aun de entre los muertos, de donde, en sentido figurado, también le volvió a recibir [a Isaac]’ (Hebreos 11:19). Este fue un acto superlativo de fe y de obediencia.

Para continuar leyendo: Hebreos 11:8–19 Stott, J. (2013).

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