25 nov 2020

EL DESAFÍO DE LA FE - El profeta Isaías

Si vosotros no creyereis, de cierto no permaneceréis. Isaías 7:9

Fue alrededor del 734 a. C., durante el reinado de Acaz rey de Judá (nieto de Uzías), que Rezín rey de Aram (Siria) y Peka rey de Israel constituyeron una intrépida alianza. Su objetivo era oponerse a la creciente amenaza que representaba Tiglatpileser III, rey de Asiria, en el lejano Norte. Estaban decididos a atacar a Jerusalén en primer lugar, a fin de persuadir a Acaz, rey de Judá, a unir fuerzas con ellos. A medida que se aproximaban, leemos que el corazón de Acaz y de su pueblo ‘se estremecen [como] los árboles del monte a causa del viento’ (v. 2). Pero Jehová envió a Isaías a encontrarse con Acaz para decirle: ‘guarda, y repósate; no temas, ni se turbe tu corazón a causa de estos dos cabos de tizón que humean’ (vv. 3–4).


Esta fue la primera crisis de fe de Acaz, y la segunda fue poco tiempo después. Aunque la coalición se jactaba del éxito de su plan, el Señor Dios les aseguró: ‘no subsistirá, ni será’ (v. 7). Los reyes eran solamente líderes humanos, mientras que (como implica el texto) Acaz era rey en la línea de descendencia de David. De modo que, ‘si vosotros no creyereis, de cierto no permaneceréis’ (v. 9, donde algunas traducciones intentan reproducir el juego de palabras del texto hebreo).  

Pero Acaz no tenía intención de confiar en Dios. Al parecer ya había hecho su decisión. Lo que hizo fue enviar mensajeros al rey Tiglatpileser de Asiria, diciéndole: ‘Soy tu hijo y tu vasallo. Ven a librarme del poder de los reyes de Siria y de Israel, que me están atacando’ (2 Reyes 16:7–8, BLP). Al mismo tiempo Acaz pagó a Asiria un generoso tributo en plata y oro. En consecuencia, Siria fue aplastada en el 732 a. C., e Israel en el 722 a. C.

Algo central en el mensaje de Isaías era el desafío a la fe. Rogaba a los líderes de la nación que no recurrieran a los poderosos imperios de Egipto y de Asiria, sino que pusieran su confianza en el Dios vivo. El mismo desafío se nos dirige hoy, cuando adoptamos para nosotros las promesas de Isaías. ‘El que creyere, no se apresure’ (Isaías 28:16). Y una vez más, ‘en descanso y en reposo seréis salvos; en quietud y en confianza será vuestra fortaleza’ (30:15).

Para continuar leyendo: Isaías 7:1–9

Stott, J. (2013). Toda la Biblia en un año: Reflexiones diarias Desde Génesis hasta Apocalipsis