27 nov 2020

EL DIOS QUE LLEVA LA CARGA - El profeta Isaías

Sois traídos por mí desde el vientre, los que sois llevados desde la matriz. Y hasta la vejez yo mismo. Isaías 46:3–4

La sátira de Isaías sobre la idolatría alcanza su cúspide en el capítulo 46. Se nos presenta a las dos deidades principales de Babilonia: Bel (también llamado Marduc) y Nebo (su hijo). Se describe su confección a cargo de un platero (vv. 6–7), después de lo cual los adoradores los cargan sobre sus hombros, los trasladan y los izan hasta su posición en la que no pueden hablar ni moverse.

De pronto Babilonia es vencida por Ciro el persa, cuyos soldados comenzaron de inmediato a saquear los templos de la ciudad. ‘Se postró Bel, se abatió Nebo’ (v. 1). Esto significa que estos ídolos no son más que peso muerto, vergonzosamente arrancados de sus pedestales y cargados por las calles como cadáveres. Entonces los arrojan en las carretas y se los llevan. ¡Cómo han caído los poderosos! Los dioses que habían sido cargados sobre los hombros con tanto orgullo por sus portadores en las procesiones religiosas, son ahora el descarte inútil en las carretas, una mera carga para quienes los adoraban.

Se apaga la risa en el tono del profeta y en el silencio se oye a Dios. En efecto, dice: ‘Yo no soy como Bel y como Nebo. Yo no necesito ser trasladado. Yo soy el Dios vivo y excelso. Yo los he cargado a ustedes desde que nacieron, y aun cuando su cabello se haya vuelto blanco seguiré cargándolos’ (vv. 3–4 paráfrasis).

La pregunta para nosotros sigue siendo: ¿quién carga a quién? ¿Es la religión algo que nos pesa o algo que nos alivia? ¿Es Dios mismo un peso para nosotros? Jesucristo es descripto en el Nuevo Testamento como quien llevó sobre sí la carga del mundo entero. Él cargó nuestros pecados (ver Isaías 53). Él también carga nuestros dolores. Como aconsejó Pedro: ‘echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros’ (1 Pedro 5:7). Es una enorme tragedia que nuestra relación con Dios esté planteada al revés, porque entonces pretendemos nosotros cargar con él, ¡cuando en realidad él se ha comprometido a cargar con nosotros!

Para continuar leyendo: Isaías 46:1–9

Stott, J. (2013). Toda la Biblia en un año: Reflexiones diarias Desde Génesis hasta Apocalipsis