Pidan, y Dios les dará; busquen, y encontrarán;
llamen a la puerta, y se les abrirá.
Porque el que pide, recibe; y el que busca, encuentra;
y al que llama a la puerta, se le abre. — Mateo 7.7–8
Jesús nos invita a pedir, a buscar y a llamar. Él asegura que cuando hagamos eso, Dios el Padre nos atenderá, nos permitirá encontrar lo que buscamos y nos abrirá la puerta. Parece fácil, pero no lo es. ¿Podemos pedir lo que queramos, cuando queramos y para lo que queramos, que Dios nos dará siempre todo y para los propósitos que nosotros digamos? No lo creo.
Con la oración y la súplica cristiana, a veces nos gustaría que funcionaran como un cajero automático (ATM) de los depósitos inagotables del cielo dispuestos a satisfacer nuestros caprichos. Si así fuera, la oración sería un recurso que convertiría la fe en un mercado de egoísmos inconcebibles.
¿Qué es, entonces, la oración? Ante todo, es la posibilidad de mantenernos en relación personal y amistosa con Dios y de someternos al escrutinio de su voluntad. No es él quien se somete a nuestros deseos para demostrar que lo puede todo, sino nosotros quienes nos sometemos a él para expresarle que le pertenecemos del todo. Es acto de entrega y de compromiso: … pero no se haga lo que yo quiero, sino lo que quieres tú. (Mateo 26.39). Por medio de la oración, recibimos el necesario aliento para seguir anunciando el reinado de Dios y haciendo presente la realidad de su justicia (Mateo 6.33).
Tenemos, entonces, que en estas palabras de Jesús se nos invita a revisar lo que deseamos en la vida (esperanzas), lo que buscamos (intenciones) y las puertas que queremos que se abran (utopías). La súplica de fe revela lo que somos y aquello que queremos llegar a ver.
Para seguir pensando
“Una prueba fiable para conocer nuestra espiritualidad consiste en examinar la oración. Nuestra espiritualidad depende de si hacemos oración, de qué tipo de oración, de cuánta oración, pero sobre todo, al servicio de qué Dios y al servicio de qué causa hacemos esa oración”.
— Pedro Casaldáliga (teólogo, escritor y poeta catalán-brasileño)
Vale que nos preguntemos
Al examinar mis oraciones, ¿qué dicen ellas acerca de mí? ¿Qué dicen sobre mis compromisos y esperanzas? ¿Qué revelan acerca del mundo con el cual sueño?
Oración
Dios bueno, examina las intenciones de mi corazón; que lo que te pida esté conforme con tus deseos de paz, justicia y redención; que lo que desee sea que tu voluntad se haga en la tierra como en el cielo. Amén.
Segura, Harold. En el Camino con Jesús