14 mar 2021

Respuestas que liberan / CUARESMA - día 26

Iba Jesús caminando cuando vio a un hombre ciego de nacimiento. Sus discípulos le preguntaron: Maestro, ¿quién tiene la culpa de que haya nacido ciego este hombre? ¿Sus pecados o los de sus padres? — Juan 9.1–2 (La Palabra, Sociedad Bíblica de España, 2010)

Explicar lo inexplicable ha sido siempre una labor especializada de los maestros y maestras de la fe. ¡Como si predicar los misterios de Dios concediera la facultad para descifrarlos todos! La gente plantea los enigmas más profundos y los expertos responden. Muchas veces contestan (o contestamos) aun sin tener la certeza de aquello que se ha preguntado, ¡pero se contesta!

Bueno, y siendo Jesús un gran maestro religioso, la gente vino para que respondiera a sus asuntos. Preguntaron por los misterios de siempre y él, contrario a la tradición de su tiempo, en lugar de responder todo cuanto le preguntaban, algunas veces respondió con el silencio (Mateo 27.14), en otras contestó haciendo una pregunta (Marcos 11.29) y, en muchos casos, resolvió la cuestión revelando la inconsistencia de lo que se le preguntaba. ¡Qué Maestro! 

En el episodio narrado por el evangelista Juan (9.1–34), fueron los discípulos quienes interrogaron a Jesús acerca de las razones que habían originado la ceguera de un joven que encontraron en el camino. Preguntaron cuál era la razón espiritual por la cual el muchacho había nacido ciego. 

Aquella fue una pregunta desacertada. Los discípulos estaban repitiendo una vieja creencia popular según la cual las enfermedades y las limitaciones físicas son castigos de Dios por algún pecado cometido. Jesús fue contundente: Ni sus propios pecados ni los de sus padres tienen la culpa […] (Juan 9.3).

Las respuestas de Jesús —si tenemos la paciencia para escucharlas— corrigen nuestras creencias crueles, increpan nuestra teología y nos hacen libres para vivir en paz con Dios y con nuestros semejantes. 

Para seguir pensando
“El sentido de preguntar consiste precisamente en dejar al descubierto la posibilidad de discutir sobre el sentido de lo que se pregunta”.
— Hans-Georg Gadamer (filósofo alemán, 1900–2002) 

Vale que nos preguntemos
¿Qué me gustaría preguntarle al Señor? ¿Qué dicen mis preguntas acerca de mi fe, mis intereses y mi percepción de la vida? 

Oración 
Maestro comprensivo, conoces mis preguntas. Quiero escuchar tus respuestas en la intimidad de mi corazón y aprender a caminar en la libertad de tus palabras. Libérame de mis prejuicios, rescátame de mis caprichos. Amén. 

Segura, Harold. En el Camino con Jesús